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¿Por qué la película la sociedad de la nieve es una historia sanadora?



¿Por qué algunos necesitamos verla una y otra vez, conocer detalles específicos?


Porque si lo puedo ver en ti, es porque está en mí.


Los seres humanos estamos constantemente atravesando sucesos que nos afectan de una manera más o menos profunda, más o menos limitante o constructiva y, así mismo, constantemente también los vamos resolviendo. En algunos casos disponemos de recursos internos o externos para remediarlos prontamente, en otros, son los propios tropiezos los que nos impulsan a desarrollar competencias para superarlos. En otros casos necesitamos sanar sus secuelas a través de procesos terapéuticos. Y, en otros casos, sanamos porque cuando empatizamos de manera auténtica con los desafíos y con el padecimiento, también hacemos propia la resolución que otros le han dado a sus adversidades. Esta apropiación nos refleja esa faceta de nuestro potencial a la cual no habíamos tenido acceso. Se corre un velo. Sentimos, lejos de razonar, que para nosotros también es posible, que somos capaces de salir de las profundidades oscuras, que a todos nos equiparon con la misma medicina, con el mismo poder, con el mismo derecho. Que no sabemos cómo, pero que vamos a acceder dejar fluir esa Magia. Si lo veo en ti, es porque está en mí.


Clave #1 Alquimia


Se ha creído que la magia, no sólo es secreta, sino que está reservada a unos cuántos con poderes igual de ocultos, en muchos casos, sórdidos. La alquimia, inexplicable racionalmente per-sé, provino en LSDLN de rozar y traspasar el límite de lo humano para romperse desplegando lo Divino y, al fusionarse, crear nuevos seres integrados con un nivel de conciencia en donde la dimensión humana se puso al servicio de la Divina: ¿Locos, poseídos? ¡Despiertos! Amor y poder infinitos. Un estado más allá de la voluntad, la lógica racional y la realidad física. Al rendirse a la muerte, desapegarse de la vida orgánica e intelectual, conquistaron la esencia de la vida.


Reordenaron el sistema de funcionamiento del ser, y nos mostraron que sufrimos -y la sociedad nos ha educado para ello- porque coronamos la voluntad del ego despreciando la Divina, completamente fértil y generosa, pero a la que vemos como externa, condenatoria y arbitraria. Experimentaron que nuestro poder personal no es otorgado por nuestras condiciones de nacimiento, sociales o laborales, o del entorno sino por la tarea individual de existir desde ese lugar que integra lo esencial del hombre con lo más divino.


Clave #2 Un Nuevo Contrato Social y el valor intrínseco


El contrato social de la vida en su país, su barrio, su equipo de rugby caducó: dejó de protegerlos y regularlos porque el entorno fue completamente ajeno, y hasta el “Estado” se sustrajo cuando los declaró perdidos/muertos. Desde su dimensión humana más básica de asociarse para sobrevivir, crearon nuevas reglas de adaptación, que requería de nuevas autoridades, nuevos líderes, nuevos valores: un nuevo acuerdo de transición en función de un nuevo propósito superior de transición.


Nos pusieron en evidencia que la supervivencia pasa por dos dimensiones complementarias: la fuerza y la adaptación. Y la adaptación implica tener en cuenta el contexto a cada instante, cambiar de creencias y generar acuerdos con nosotros mismos y con los demás. No somos una isla, no estamos solos, sí depende de nosotros mismos, pero no podemos sobrevivir solos.

Sobrevivir, salir de nuestro sufrimiento requiere que lo hagamos con otros, con diferentes roles, y necesariamente se dará un intercambio. Así parezca que no nos queda nada, siempre hay algo que supera la suma de lo que se ha aportado individualmente. Siempre somos valiosos, por esencia.



Clave #3 Allí donde está la muerte, ¡ama!


Le tememos a la muerte, creamos armaduras para evitarla a toda costa, y damos la vida por sentada. Nuestra biología muere cada día y se renueva sabiamente a cada instante. Y nosotros morimos, matamos una parte de nosotros cada vez que nos juzgamos, nos rechazamos, cada vez que jugamos pequeño, cada vez que cedemos para encajar o para no ser abandonados. Cada vez que nos identificamos con un rol o una relación y éstos se extinguen. Nos mutilamos.

La Sociedad De La Nieve nos enseñó que es la muerte y no la vida la constante de base, y que la vida es un sueño efímero.


La Sociedad De La Nieve nos enseñó que vivir es un proyecto, un propósito y por sobre todo es una decisión a cada instante. El antagonista de la muerte (biológica, psicológica, intelectual, material) es el amor. Y, ¿qué mejor propósito de vida que amar?


La Sociedad De La Nieve nos sanó a todos porque nos recordó que somos intrínsecamente valiosos, que todos podemos acceder a nuestro poder esencial si nos alquimizamos, que todos venimos equipados con la misma medicina, que estamos juntos en este viaje, y que el propósito de la vida de cada uno es amar.

Que a todos nos corresponde por igual.


Y cuando vemos la película una y otra vez, cuando integramos un detalle más, ese reflejo de esas verdades que residen en nosotros se liberan, se expanden, fluyen como elixir hidratando nuestras heridas para volver a florecer.


Gracias J.A. Bayona



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